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Mis alpargatas, mi identidad

No a la xenofobia

Maritza Villasmil

Yenire Laba

Migrando a un nuevo horizonte

Soy una mujer fuerte

Yasmira González

Gisele Toro

Series Radiales

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1. Posibles víctimas de trata
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2. Personas en mayor riesgo
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3. Abuso laboral
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4 ¿Trabajo fácil
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1. El quiebre de la trisite despedida
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2. Indetenible
00:00 / 02:59
3. El mensaje de luz daniela
00:00 / 04:34
4. Mi vida saliendo adelante
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5. Una niñez a ruina y un sueño por cumplir
00:00 / 03:41
11. Aprendizaje
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12. El hogar en venezuela
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13. Decisiones inciertas
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14. Día de la campesina
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15. Falta de información
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6. Angelica y su sueño
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7. Sentimientos en una maleta
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8. Ilusión y claridad
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9. Las maletas y su interior
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10. Estudio y sacrificio
00:00 / 03:04
16. La llegada de mi hermana
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17. Caminar implica riesgo
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18. El día menos esperado
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19. Una mujer venezolana
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20. Semilleros de comunicación y como influyo en mi vida
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1. Chicha Venezolana
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2. CupCakes
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1. El mundo es de todos
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2. La diferencia
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3. Pabellón
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3. Nadie es superior
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4. Pasticho
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4. La hermandad
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5. Tortas caseras
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5. El mismo corazón
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11. A caballo regalado
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12. Agua que no has de beber
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13. Ojos que no ven
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14. El que mucho abarca
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15. A la tierra que fueres
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6. Tenemos las mismas raíces
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7. Armonía
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8. Cultura y sentimiento
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9. Antes de criticar
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10. Vivir en paz
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1.La cumbia
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2. Pastor López
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3. Llanera
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4. La música
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5. Telenovelas
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6. Oscar de Leon
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7. Música y rebusque
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8. Franco y Ricardo
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9. Billos Caras y los Melódicos
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10. Vallenatos
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11. Fantasmas del Caribe
00:00 / 03:20
12. Julio Jaramillo
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1. Aide lideresa feminista
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2. Maité Pérez
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13. La 35
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3.Crixi Linares lideresa feminista
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14. Música campesina
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4. Obispo Atahualpa
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15. Nelson Enriques y Nelson
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5. Tortas Caseras
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16. Liz Freitez
00:00 / 03:45
17. Los Corraleros de Majagual
00:00 / 04:25
18.Cancionero Social
00:00 / 04:53
19. Venezolanos en Semilleros
00:00 / 03:42
20. Navidad
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1. PPT no da nacionalidad
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6. Población prioritaria
00:00 / 01:26
1. Salud sin pasaporte
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2. Foto y Certificado
00:00 / 01:21
2. No somos de aquí
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7. Hay tiempo
00:00 / 01:31
3. Prueba sumaria
00:00 / 01:23
8. Formatos de imagén
00:00 / 01:30
3. Salud en medio del engaño
00:00 / 01:22
4. Fecha Limite
00:00 / 01:24
9. Si te equivocas
00:00 / 01:28
5. Coge mínimo
00:00 / 01:22
10. Pasaporte sellado
00:00 / 01:30
4. Salud por derecho
00:00 / 01:03
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1. Día Mundial del refugiado
00:00 / 01:54
4.Día mundial del refugiado
00:00 / 01:53
2. Día mundial del refugiado
00:00 / 01:54
5.Día mundial del refugiado
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3. Día mundial del refugiado
00:00 / 01:53
1. Abuso Sexual
00:00 / 00:53
6. Triple Jornada de la Mujer campesina
00:00 / 00:55
2. Inequidad Salarial
00:00 / 00:42
7. Servicios de Salud a la Mujer
00:00 / 00:46
3.Discriminación Laboral
00:00 / 00:51
8. Cosificación del Cuerpo de la mujer
00:00 / 00:41
4. Trabajo Doméstico
00:00 / 00:58
9. Estereotipos de la Mujer
00:00 / 00:54
5. Dominación y Maltrato
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Postales Sonoras

Para la convivencia en armonía entre colombianos y venezolanos es vital reconocernos culturalmente unos a otros . Decimos lo mismo, es una serie que muestra cuan parecidos somos a pesar de que llamemos a las cosas de manera diferente, y, usamos expresiones que significan lo mismo.

Historias Positivas

Tod@s tenemos historias increíbles y positivas de integración en donde los protagonistas son colombian@s y venezolan@s que le han apostado a hacer las cosas diferentes y de manera correcta.

La Semana de las Historias Positivas #HistoriasHumanas, es inyectarle positividad a la vida, es animar y aprender de los que construyen historia.

Alguna vez escuché que para que algo positivo realmente tenga impacto, hagamos visible 7 veces más que algo negativo. Entonces,

si tod@s hacemos lo mismo, en el mismo período de tiempo, posiblemente logremos que lo positivo se vea más.

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Historias Positivas

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Dorangela Mendez
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Aura Elena Perez
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Janmar de los Angeles
Janmar de los Angeles
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John Molina
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Edelso Gomez
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Juan Garrido
Juan Garrido
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Rosa Angelica Morillo
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Oricisa Morales
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Petra Maestre
Petra Maestre
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Prensa
Artículos de Prensa

¡Los Semilleros de Comunicación ya empezaron!

Y las voces siguen en movimiento

Tanto la comunidad migrante venezolana como la comunidad de acogida acudieron al llamado de la comunicación popular y participativa a través del proyecto Semilleros de Comunicación, activo en las localidades Bosa y Los Mártires en Bogotá D.C.

Bajo el programa SI Frontera por encargo del Ministerio Alemán de Cooperación Económica y Desarrollo (GIZ), Semilleros de Comunicación se presenta como una iniciativa de educomunicación y comunicación comunitaria enfocada en brindar herramientas de reportería radial y digital a la población venezolana migrante y a la comunidad receptora en las localidades de Los Mártires, en el centro de la ciudad, y en Bosa, al suroccidente.

En estos espacios se desarrollarán capacitaciones y talleres semanales que van desde la redacción y la radio, hasta la fotografía y las redes y plataformas digitales, para así acompañar a los participantes en su formación como líderes y comunicadores en sus comunidades. Asimismo, participaran en la divulgación de contenidos informativos y formativos en temas de salud pública, violencia de género, xenofobia, discriminación, noticias falsas, inclusión social, cultural y económica, discriminación, entre otros temas pertinentes en el proceso de movilidad humana entre los países de Colombia y Venezuela.

Desde el inicio formal del proyecto a principios de febrero se han realizado, junto al seguimiento del Grupo COMUNICARTE, diversas reuniones en Los mártires y en Bosa, donde se han conseguido alianzas con emisoras comunitarias y con grupos de enfoque social, ya presentes en las localidades, para acompañar y participar en el desarrollo del proyecto, y poder difundir y seguir sumando más personas interesadas en los contenidos a desarrollar.

En el desarrollo de las capacitaciones los asistentes toman el rol de protagonistas y generadores de contenido para contar sus experiencias mediante el relato bien escrito, sonor y  audiovisual, para generar productos comunicativos dirigidos a la mutua comprensión entre las culturas de recepción y de llegada, y de esta manera difundir información relevante en salud, regulación y trabajo para el migrante.

A través de historias reales, reflexiones y aprendizajes se pretende mostrar que son más las similitudes que las diferencias y que podemos integrarnos social y culturalmente. Por esto, planteamos la comunicación como puente de encuentro y mutuo reconocimiento para combatir la estigmatización, la mala información y el rechazo al otro.

Todos los productos generados por los participantes del proyecto Semilleros de Comunicación: Voces en movimiento, serán divulgados en redes digitales, tales como Facebook y Blogs, radios On Line, comunitarias y educativas, y en medios locales e institucionales

.

Al final del proceso de acompañamiento y de su respectiva divulgación articulada en las localidades, los participantes podrán usar lo aprendido y ejercer como líderes de sus comunidades y actuar como una verdadera Voz en Movimiento.

Por: Daniel Di Ridolfo -Comunicador Social - Periodista venezolano, Semilleros de Comunicación: Voces en Movimiento

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BOSA- Ejercicios de sensibilización

Lideres y Comunicadores de la localidad

Lideres y Comunicadores de la localidad de Los Mártires

Momento del show

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Decidí ser directora de teatro hace mucho tiempo. Tuve mi llamado de vocación a muy temprana edad. Apenas era agua y harina, pero ya sabía qué quería hacer: dirigir las obras de teatro que el público deseara. Mi trabajo es sencillo pero crucial: acompañar en la formación de las que estarán en la obra de la noche. El proceso es simple, pero si alguno de los pasos falla, la actriz puede quedar o muy rígida en el escenario, o peor aún, endeble y quebradiza, cuestiones que el público jamás permite.

La vida de una actriz es bastante breve: nace, actúa y muere. Pero lo hace con orgullo y pasión. Su gestación consta de varios elementos: agua, harina, aceite y un poco de sal. Todo mezclado en un bol mediante movimientos circulares seguidos de presiones en el medio por cada vuelta. Esto se repite hasta que se logra una textura homogénea y que pueda moverse sin quedar pegada en el recipiente. Luego, se le deja tranquila unos minutos para que pueda tomar una siesta corta que sirva de reposo. Mientras esto sucede se va decidiendo para qué obra se tendrán que preparar las actrices ese día.

Pero bueno, volviendo en el proceso de creación de las actrices… Luego de finalizado el reposo, la masa es puesta sobre un plástico y es extendida con fuerza, y ahí es cuando empieza lo emocionante. Esa gran masa se divide en varias partes que se dejan como bolitas. Es en este momento que la actriz ya empieza a notarse. La pasan de un lado al otro entre las manos de su creador con un fuerte ruido de ¡Plap! ¡Plap! ¡Plap!, unos sonidos ensordecedores como de aplausos que le van dando esa forma redonda y chata tan característica de las actrices. Ahí descubren su razón para vivir: la ovación de un público. Es curioso este proceso, pues los aplausos que reciben las actrices suceden antes de la obra y no después.

Cuando ya están con apariencia teatral, las lanzan a los ensayos. Un duro proceso donde las actrices son puestas de cinco en cinco en una plancha redonda y muy caliente. El sonido de ¡chhssst! que hacen sus cuerpos ante el calor son los diálogos que tienen que memorizar. Finalmente, luego de todo este camino, son alistadas para la obra que haya solicitado algún miembro del público. Llega el momento del show.

¿Y cuál es mi rol aquí? Pues sencillo: Yo soy la consejera y directora. Me aseguro que todo salga bien. Las acompaño y preparo para el momento de la verdad. Les digo que me escuchen, pues llevo aquí más tiempo que cualquiera de ellas. Soy una actriz que salió sin la forma necesaria para el teatro, demasiado frágil para soportar una obra entera. Pero este impedimento me ha servido para dirigir a nuevas generaciones. Incluso tengo costumbres y creencias en este trabajo: como que siempre antes de que salgan a escenario, les grito ¡rómpete una tapa! Pues es la manera en que nos deseamos que nos vaya bien en este negocio. Si en cambio les deseo suerte, es seguro que algo malo les pasará, como que se les salga el relleno o que se rompan la cascará…

¡Mira! Ya están vistiendo a las próximas actrices. Las decoran con un vestido blanco a las que van a actuar aquí en este escenario, pero a las que van a otros teatros las arreglan con un vestido plateado y brillante. Me hace reír verlas emocionadas. Les llego la hora… para esto nacieron. El público las va a tomar. Ya están listos para la acción. La sonrisa en la cara de los espectadores es la confirmación de un trabajo bien hecho, de una de esas muertes valiosas y deseadas por cada actriz. Tal vez algún día yo pueda tener ese mismo destino, Quizás por lo menos me dejen actuar en alguna obra que nadie quiera, como la de Jamón y Queso, o algo así…

Por ejemplo, la de hoy tiene un nombre muy peculiar, es de las favoritas del público, se trata sobre un reino hace mucho tiempo donde una joven resaltó sobre las demás y fue coronada reina de todo el universo por su gran belleza. Cuentan que la llenaron de tantos regalos como la imaginación lo permite, mayormente con piedras preciosas en collares, tiaras y pulseras. De ahí el nombre de la obra: La Reina Pepiada. Hay otra obra que me gusta mucho dirigir, un poco menos fantasiosa pero muy divertida, es sobre unas amigas emprendedoras que salieron adelante a través de una tienda de juguetes en un pueblo de los llanos. Una era blanca como la nieve, suave al tacto y un poco salada (con mala suerte), o eso decían… Y la otra era una joven poco agraciada y algo tosca, ligeramente redonda pero muy buena conversadora y jocosa.

 

Cuando se conocieron comprendieron que si trabajaban juntas podían complementarse y lograr cualquier objetivo que se propusieran. Su voluntad de salir adelante impactó en todo el pueblo al punto de nombrar al juego de mesa más jugado en todo el sector, en honor a la tienda de las amigas (aunque muchos digan que fue al revés), esta obra se llama Dominó, la ofrecen lunes y miércoles, aquí en el teatro Don Pepe, en combo con una bebida.

Pero mi obra favorita, la que más me gusta dirigir es ese romance entre una mujer catira como el oro, de la alta sociedad, que se enamoró de un joven llanero de tez morena. Lo chistoso de la obra es que a la pareja los conocían por sus grandes cabelleras. La de él, ondulada y difícil de desenredar, con mechas que bajaban por su espalada y que dejaban con envidia a todos los que lo veían. La de ella lisa y muy sedosa, tan larga que le cubría toda la espalda, y tan amarilla que podía compararse con el mismo sol. Dicen que cada vez que se besaban, sus cabellos se enredaban y parecía que fueran una misma persona, una muy grande y muy peluda… Por eso llamaron a su historia, precisamente, La pelúa.

La Familia de Semilleros

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Semilleros de Comunicación tiene un objetivo bastante ambicioso: formar comunicadores populares con población venezolana migrante y con comunidad receptora en la ciudad de Bogotá.

Durante el camino que este proceso de formación ha podido recorrer, han surgido dinámicas que no estaban previstas en el plan de trabajo que hacen crecer al proyecto aún más. La más notoria de ellas es la formación de lazos entre todos los asistentes, tanto con los participantes como con los talleristas.

 

El momento en que esto se hizo más evidente fue durante una de las sesiones del módulo de producción radial.

Al final de la sesión, mientras se realizaba la entrega de materiales didácticos para el desarrollo de los talleres, los participantes fueron uno a uno yendo al frente para recibir un cuaderno con los identificadores de Semilleros de Comunicación, y una vez con este pasaban a hablar con un micrófono (a modo de ejercicio de apropiación de equipos

de producción radiofónica) para comentar sobre cómo se sentían y si creían de provecho el trabajo realizado hasta la fecha. Aquí fue cuando Vanessa Loyo, una de las participantes que ha estado desde los primeros días en este proceso formativo, habló sobre su experiencia hasta la fecha. Les agradeció a todos sus compañeros y a los talleristas por su compañía y cerró con la frase “Los siento como a una familia”. Todos los demás cruzaron miradas y sonrisas y aplaudieron la intervención de Vanessa.

Este momento sirvió para pensar sobre lo que se estaba haciendo. No solo era una formación de comunicadores populares, sino también la creación de vínculos personales, de amistades que se forman y trascienden a las cuatro horas semanales del taller.

Dentro de los asistentes de ese día podíamos encontrar a personas marcadas por un proceso migratorio donde dejaron atrás familias y amigos junto a todo lo que alguna vez les era conocido, para llegar a un lugar nuevo donde la soledad y el miedo aparecen en cada esquina. Y es por esta precisa situación que, al encontrar personas con experiencias muy parecidas, con acentos y expresiones similares y sobre todo un mismo sentimiento en común de querer sentirse en casa de nuevo, los lazos dentro del proyecto se fortalecieron con tanta fuerza. No solo es un compañero el que se sienta al lado, es un amigo, es un pequeño pedazo de lo que se dejó cuando se tuvo que salir del país.

Dentro de los talleres se ha trabajado para adquirir las habilidades y herramientas para poder ser buenos comunicadores popular y alternativo, y hacer desde cada individuo un pequeño cambio social que afecte a la comunidad donde se encuentre. Pero no solo es trabajar en radio, fotografía, redacción y video. También se han hecho karaokes para superar el miedo escénico, ejercicios de interiorización para contar historias y muchas otras dinámicas que han demostrado que los talleres son un espacio donde se puede estar cómodamente, donde siempre se está bienvenido y sobre todo donde se puede aprender.

Una vez por semana desde las nueve de la mañana hasta la una de la tarde, Semilleros de Comunicación se reúne para una nueva sesión, pero también para volverse a encontrar con esas personas, esas historias y esas voces en movimiento que cada vez se vuelven más cercanas y que dan un poco de ese calor hogareño que tanta nostalgia genera.

Legados de una Hermandad

Una de las joyas arquitectónicas e historias de la nevera (pseudónimo de una ciudad que ha sido la oportunidad para miles de caminantes que la vida lleva y trae, no sólo refiriéndose a su clima, sino la capacidad de abastecimiento al estar al centro, estratégicamente ubicado en la mayor zona productora del país: Bogotá), es sin duda alguna La Plaza de Bolívar. 
 

Uno suspira y se imagina el tiempo colonial, los relatos de De Quesada y Fray Bartolomé de las Casas. Trata uno de pensar que cuerpos tuvieron la capacidad de levantar semejantes edificios llenos de majestuosidad y glamour. ¡Que imponencia!, ¡Que brillo!, ¡Que libertad se respira allí!, mientras el maíz al mejor estilo de una sonaja de bebé, llama contra el asfalto las miles de palomas que residen desde tiempo inmemoriales en el lugar. Huele a azúcar y chicle, son las bolsas de maíz inflado de colores y las manzanas cubiertas de caramelo. Son los tamales de la cuadra de la 12 y el chontaduro del carrito ambulante por el lugar. Es el helado que por desgracia escapa del paladar de un niño, para terminar en los bloques legendarios de tan poética plaza. Huele a Bogotá.

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¿Cuántos soñando con el día en que, sentados en una Llama pudieran fotografiar a su infante acompañándole con un sombrero de mariachi?, que si me preguntan hoy, no sé porque lo adoptamos en tan memorable ritual bogotano. Y el ¿flamante Bolívar? No se escapa a cuanta cámara, a cuanto smartphone, en cuanta oportunidad de retratarlo halla, él, vigila allí su sueño alcanzado años atrás, se asegura que ese lugar siga siendo el grito de esperanza y libertad que lo movió a lo largo y ancho del mundo. Él está allí, recordando que un día la opción era hermanarnos, acompañarnos y apoyarnos si soñábamos con una vida mejor. Me pregunto si al decirle veneco el hombre se hubiera molestado. Yo creo que no, yo creo que en su mente no existía un cordón imaginario que separaba a unos de otros, yo creo que eso de la frontera y la rivalidad vecinal sería un golpe bajo para su sueño por el que tanto lucho hasta el fin de los días. ¿Qué pensaría hoy por hoy al ver cómo se nos dificulta integrarnos con sus compatriotas venezolanos? ¿Esa raíz que embadurnó de fuerza la oda libertaria de la gran Colombia? ¿Se indignaría por lo desmemoriados que somos en Colombia? Y es que, a decir verdad, las y los colombianos tenemos un talento enorme para olvidar, sino ¿Cómo podemos concebir nuestro Estado Social de Derecho sin la proeza de los vecinos venezolanos? Y tantas cosas más que se nos olvidan…


Pero a Bolívar y a su Plaza nada se le escapa. Sigue intacta su memoria, y pruebas hay de sobra. Sólo basta recorrerla, olerla, gozarla, hasta escucharla para entender que grita “¿y los hermanos qué?, al son de salsa tocadas por orquestas binacionales, o con la pareja del caleño y la caraqueña que azotan la baldosa libertaria con el fin de recoger unos pesos, o el moreno sonriente que vende cargadores de celular y comenta lo bonitas que son las colombianas, y la señora echándose la bendición al entrar a la Catedral pidiendo por los suyos que se tuvieron que quedar por allá, o hasta las mismas conmemoraciones que la misma institucionalidad de décadas atrás recordaban con honor. Hermandad e integración, ¿cómo se nos pudo olvidar?

Mis sandalias y mis medias

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Estas sandalias tienen 14 huecos, los conté yo mismo, ¡¡¡¡y si sumamos los de las medias… bueno!!!!… Unos 20 huecos en total. Lo importante es que sirven. Cuando me vine caminando desde Guasdualito hasta San Antonio estaban en mi morral, junto a las fotos de mi hermana, mis abuelos y mi mamá, también junto a las arepas de jamón y queso que me hizo mi abuela, y también junto a mis franelas, mis monos, mi único buen blue-jean y mi ropa interior.

Pasaron varios días con buena compañía dentro del morral, pero cuando se acabaron las arepas, también se acabaron las suelas de los zapatos que tenía puestos, así que me tocó ponerme mis sandalias, azules como el cielo de Apure, aunque algo manchadas, aquí entre tú y yo.

Cuando empecé a caminar con ellas recordé por qué las había traído en lugar de los guayines que me habían regalado cuando cumplí 18: Porque eran tan cómodas… como caminar en almohadas, cosa que, en una caminata tan larga como la que me había propuesto, eran de gran ayuda, y más cuando no había aceras ni caminos, sino solo piedras que cuando las pisaba las sentía hasta el cogote.

Cuando iba a pasar la frontera vi que no era el único con este tipo de sandalias. Sino que había muchos más caminante como yo, usándolas. Pero eso sí, se veían de todos los colores: rosas, moradas, verdes, negras, lo que quieras… Algunas mejor cuidadas que otras. Unas estaban sucias, otras incluso partidas por la mitad, pero fíjate que seguían sirviendo.

Seguí con mi camino. Algunos días eran más suave que otros. Todo dependía del clima. Cuando estaba chévere el sol y había sombrita, bien. Pero cuando llovía… mis pobres chanclas se inundaban y hacían sonidos como de chigghu, chigghu. Tocaba dejarlas escurriendo, pero incluso así, servían.

Con el tiempo llegamos a un tal Paramo de Berlín. Me dijeron que llegué a mal hora, siete de la mañana. Por el frío al parecer, y te digo algo… sí. Eso ni en Mérida es el frío así. Pero no podía pararme a esperar el solecito, y menos con lo apurado que estaba por llegar a Bogotá, donde me esperaba mi primo Alexis. Fue entonces que saqué de mi morralito a mis otras acompañantes, mis medias del colegio. Sorprendentemente blancas gracias al jabón azul que me dio mi mamá para lavarlas al llegar cada día después de clases. En ese momento estaban completicas. Me las puse y seguí andando. La combinación ganadora: ¡Medias blancas hasta el tobillo y sandalias!

Y desde ese momento no me las he quitado. Imagínate que, al llegar a Bogotá, apenas tenía dos huequitos en mis medias, ambas en la derecha, no sé por qué. Fue allí cuando, después de por fin descansar en casa de Alexis, que me puse a caminar y caminar, y eso que yo pensaba que en Bogotá ya no iba a caminar tanto. ¡Jhmm, me equivoqué! Ahí fue que empecé a echar más pata… Por aquí… por allá… Fue en Transmilenio que más se me dañaron. Pero bueno, cada nuevo agujero que le abro a mis medias es una marca de todo este camino, una herida de guerra para portar con orgullo.

Se que pronto tocará jubilar a mis chanclitas y a mis medias blancas, pero lo haré muy feliz. Porque se irán directo al cajón donde tengo las fotos de mi familia, que me recuerdan mi pasado en Venezuela, porque estas sandalias con medias rotas, son las que me recordarán todo este viaje, todo este camino, esta travesía. Y me va a ir bien, te lo prometo. Y cuando mire atrás veré las fotos, que me muestran quiénes me acompañaron en mi felicidad, y veré a mis medias y a mis sandalias, que me acompañaron en mi lucha por un futuro mejor.

Por: Daniel Di Ridolfo -Comunicador Social - Periodista venezolano, Semilleros de Comunicación: Voces en Movimiento

Semilleros de Comunicación, un espacio para los migrantes

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Foto Archivo Cable Noticias 

Tanto la comunidad migrante venezolana como la comunidad de acogida acudieron al llamado de la comunicación popular y participativa a través del proyecto Semilleros de Comunicación, activo en las localidades Bosa y Los Mártires en la ciudad de Bogotá.

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